Sato Naoki


I keep having the same dream...
Over and over again.

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His Life


Esta curiosa historia se ambienta alrededor de los años noventa en Shirakawa-go en una pequeña aldea llamada Ogimachi. Este hermoso lugar, considerado un paraíso por muchos, era hogar de familias que vivían de la agricultura y turismo para ganarse la vida.Sato Akiyama, un habitante más de este lugar era dueño de unos de los ryokan más solicitados de este pueblo. Su trabajo no era el más divertido, pero tampoco era el más aburrido ya que disfrutaba de conocer gente nueva y aprender culturas nuevas. Sin embargo, esa manera de pensar que tenía cambió en el momento que una hermosa joven de dorados cabellos, tez blanca y ojos tan claros como el mar llegó en busca de un lugar para hospedarse.¿Quién diría que aquella joven se convertiría en el amor de su vida? Primero eran pláticas casuales, pequeñas caminatas por la orilla del río e incluso citas en restaurantes tradicionales. Pero no fue hasta ese día, ese 31 de diciembre en el cual se declararon amor eterno. Y como fruto de ese amor, nueve meses después llegó a sus vidas un pequeño bebé al que decidieron llamar Naoki.Naoki creció rodeado de mucho amor, sus padres lo adoraban con todo su ser. Era hijo único, pero a pesar de ello era feliz porque tenía a sus padres y no necesitaba nada más para mantener esa alegría que inundaba su ser. A él nunca le faltó nada, vivía siendo alguien alegre y risueño, prácticamente vivía creyendo que todo era como en los cuentos de hadas, pues desde muy joven vivió una serie de sucesos que lo mantenían viviendo en esa ensoñación. Sin embargo, un trágico suceso hizo que su vida se desmoronara por completo.
A sus cortos siete años tuvo que ver a su madre partir, su padre le había contado que era por cuestiones de trabajo, pero no contaba con que ese día que se despidieron de ella, sería el último que la verían con vida.
Las noticias anunciaban un trágico accidente cerca del mismo aeropuerto en donde habían dejado a su madre horas atrás. A pesar de ser un niño, la ansieda comenzó a inundar su ser ya que no podía creer lo que había acabado de suceder. Su padre solamente lo abrazó y lloró de manera desconsolada junto a él, le dolía perder a su madre, pero sabía que su recuerdo estaría con ellos dos siempre.Naoki a sus dulces dieciséis ya tenía rasgos muy similares a los de su madre, quizás esta no era asiática, pero aún así se podía decir que Naoki era la viva imagen de aquella mujer.Él siempre tuvo presente a su madre, nunca la olvidó y tampoco olvidó lo que esta le inculcó: un gran amor por la naturaleza. Sí, Naoki amaba las plantas, les hablaba, las trataba con amor como si fueran sus amigas y aunque algunos pensaran que parecía un loco, al final terminaban admitiendo que por la dulce manera en la que trataba a la plantas, estas crecían fuertes, sanas y con colores muy vistosos. Nunca antes habían visto a alguien con un don tan especial como el que él poseía.Los días pasaban y él seguía con la misma rutina. Levantarse temprano, preparar el desayuno, ayudar a su padre con los húespedes y finalmente, visitar a sus adoradas amigas. Apenas la puesta del sol se estaba haciendo presente por lo que aprovecho ese momento para ver su pequeño jardín. Todos los días le hablaba de su madre, aquello de cierta forma le confortaba, pues a pesar de que fueran simples plantas, sentía que ellas podían escucharlo.« Mi pequeño Naoki, no estoy muerta. Es... Es una larga historia. »Juró escuchar con claridad la voz de su madre. Negó con su cabeza, no podía ser cierto. Ella estaba muerta o al menos eso era lo que había pensado por casi diez años. Estaba a nada de levantarse e irse de aquel lugar cuando de pronto, de su pequeño jardín, comenzó a formarse una figura esbelta de una fémina, pero esta no era cualquiera mujer, era su madre, aquella que había dado por muerta años atrás.Naoki luego de escuchar toda su historia, no supo qué creer. Parecía todo tan irreal que le constaba creer que era verdad, sin embargo, su historia cobró sentido cuando dijo: « Tienes una gran afición por las plantas, ¿no? Ellas florecen con fervor cuando están cerca de ti, ¿verdad? Allí tienes la respuesta. Eres mi hijo, eres hijo de Deméter e hijo de Akiyama, un mortal. En otras palabras... Eres un semidiós. »Un par de años después decidió mudarse a Corea, específicamente a Seúl. Anhelaba poder aclarar su mente, a pesar de haber pasado ya dos años, seguía creyendo que todo era un simple sueño o que era solo producto de su imaginación, pues si bien era cierto, adoraba a su madre y la extrañaba con todo su ser. Quizás era cobarde de su parte irse a otro país para deshacerse de aquellos recuerdos, pero eso era lo que él creía que necesitaba.Inició una nueva vida, alquiló un pequeño departamento bastante acogedor que compartía con su adorable compañero de aventuras, Kwan. Empezó a trabajar en una florería como asistente, pues al fin y al cabo, siempre terminaba rodeándose de aquella naturaleza de la que tanto quiso huir.

extra data


→ Su cabello es negro, pero de vez en cuando suele teñirlo de colores un tanto extravagantes, pues le gusta probar cosas nuevas.→ Mide exactamente 1,85 y pesa 64kg.→ Nació el 24 de septiembre de 1999.→ Su madre es Deméter y su padre, un mortal.→ Es amante del anime.→ Estudia y trabaja.→ El baile y la actuación son su vida, es por eso que desea mejorar cada vez más su habilidades.→ Tiene un caniche marrón llamado Kwan.→ Le disgusta que lo llamen por su nombre, pues los únicos que lo hacían eran sus padres y si permite que otra persona aparte de ellos lo llame así, quiere decir que confía plenamente en esa persona.→ Ama la naturaleza y tiene un gran don con las plantas. Esto se debe a la Cloroquinesis, es decir, posee la capacidad de controlar las plantas y hacerlas crecer en donde quiera.→ Es demasiado cariñoso, tanto que a veces piensa que podría llegar a cansar a los demás por su forma de ser.→ Le encanta cocinar y más si se trata de postres.→ Su actitud cambió con el pasar de los años, sin embargo, sigue siendo alguien muy risueño, pero puede ser alguien maduro si se lo propone.

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